9 de mayo de 2012

#todomechupaunhuevo.

Hace algunos meses adopté la actitud #todomechupaunhuevo. Es medio parecida al Hakuna Matata, por no decir que es un robo. Consiste en que, por más que tengas un problema, un altercado, un palo en la rueda, si no se pude resolver, entonces no le des bola. Ignorálo y aceptá la fatalidad de tu destino, aceptá que tu problema sin solución se desvanezca hasta pasar a formar parte de una bolsa de excrementos que va a ser dejada en la esquina de tu casa para ser recogida por el amable señor basurero.

¿Para qué molestarse en hacerse la cabeza por algo que no se va a solucionar? Si la minita que le tenés ganas, adoración, leche, deseo, amor, no te da bola y no vas a estar dispuesto a hacer algo para ganarla, ¿entonces para qué enojarte porque está conectada y no te habla? Por que encima uno no es que se pone enteramente triste o melancólico por una situación sin resolver, encima tiene la caradurez de enojarse por la falta de resolucón, cuando uno no la busca. "No me da bola, pero tampoco hago nada para que me dé bola". Muy inteligente.

Entonces, al pasar por situaciones medio parecidas con algún chonguito de turno, un día me encontré ante la imperiosa necesidad de llamar el orden a mis ideas pelotudas y agarrar y decir: "Ya está. Así no soluciono nada. Y como no puedo arreglar nada, entonces no me voy a preocupar". Uno crea sus problemas. Uno hace que algo sea problema. Entonces así nació #todomechupaunhuevo, la frase de cabecera para resumir mi vida afectiva. Se volvió como una especia de mantra, ¿vieron esas frases que uno se autorepite para generarse confianza? Bueno, yo me la repito cuando tengo pensamientos asesinos hacia el género opuesto. 

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