21 de febrero de 2012

Plenitud.

"Poguear en un buen recital".


Yo fuí a la Costanera Sur el 19 de febrero a ver a Calle 13.
Y me erizó la piel.

17 de febrero de 2012

Fiestas infantiles.

Una de las cosas que le deberían de avisar a una en el momento en que se entera que va a ser madre no tendría que ser nada sobre cremas, alimentación, cuidados del niño ni demases chamuyos similares. Lo que deberían de advertir es referente a los cumpleaños infantiles.
La última vez que pisé un cumpleaños infantil fué a los 12, cuando un primito segundo cumplía unos... 2 añitos. Juegos, diversión clásica, comida por doquier, el payasito, la bolsita, música infantil y después cada uno a su casa.
Bueno señores, sepan disculpar a esta Periférica de 21 años, pero definitivamente, las cosas han cambiado.
La primera diferencia radical reside en la música. Antes los hits, las canciones que no podían faltar en un cumpleaños, eran Balá, Xuxa y más en el tiempo, Piñón Fijo o Floricienta. Ahora los capomasters son Daddy Yankee y los ya popularizados Wachiturros. No hay un solo cumpleaños infantil al que no haya ido y en el que no haya sonado "Tirate un paso", incluído en el de mi propio hijo. Es lo que quieren las masas, que le vamos a hacer.
La segunda diferencia que tiene como consecuencia a la música, es la vestimenta. Mi mamá cada vez que iba a una fiestita, tenía que comprarme vestidito, zapatito y moñito o vinchita nuevos. Hoy las pequeñas van vestidas como mini Culisueltas en potencia. Y los varones como turritos, incluído el cabello y la gorrita. Infaltables.
También las actividades cambiaron mucho. En mis cumpleaños JAMÁS tuve ningún animador o payasito, jugabamos nosotros con nuestra imaginación, correteando por mi patio que era enorme. Pero hoy, es casi indispensable tener una de dos: a alguien que te anime la fiesta. No sólo por comodidad de los niños que se mantienen entretenidos, sino para comodidad de los grandes. O, en su defecto, un pelotero.
Por ahí cuando voy  a los cumpleaños de hoy para llevarlo a mi Crio, me agarra un cacho de nostalgia. Creo que los cumpleaños hoy, ya no están echos para chicos, sino para el disfrute de los grandes y allí radica el gran error. Capaz que si les volvemos a dar fiestitas llenas de inocencia como hace 20 años, cuando reventar la piñata era algo sagrado, no tengan la necesidad de pasarse 1 hora perreando mientras cantan "Pegadito a la pared".



 

13 de febrero de 2012

Tabú.

Hablando con la amiga de un amigo, me dí cuenta que la primera vez que ví un miembro masculino, fué a los 9 años. Me fuí a visitar a un amigo de la infancia. Él me recibió en pijamas. Eran las 4 de la tarde. Nos sentamos y su pijama pantalón estaba abierto donde no debería. Miré casi sin querer. Por inercia. El tendría unos 8 años.
También lo ví al padre en bolas. Entré al baño y el buen hombre estaba ahí, desnudo, cagando y leyendo el diario, todo un clásico. Me miró con una sonrisa, la misma que siempre tiene desde que lo conozco y cerré la puerta traumada.
Creo que pasé demasiado tiempo en esa casa.

10 de febrero de 2012

Lo que estuve haciendo estos últimos 10 días.

Conocés a alguien.
Te ponés ansioso.
Te copás.
Te entregás.
Se va.
Lo extrañás.
Te psicopateás.
Te obesionás.
Lo extrañas.
Lo puteas porque ni un msj.
Lo odiás.
Lo extrañás.
Te ponés celosa.
Te convencés que no te importan los celos.
Te pones felíz al acordarte de él.
Y al fin, llegás un balance.
Paz.


Hasta que caés en la cuenta de que no sabés lo que vas a hacer cuando vuelva.

1 de febrero de 2012

Massacre.
Tanto Amor.
Ringo (2011).



Se sentaba en el pasto y tanto amor 
no les entraba en el corazón. 
No les entraba tanto amor. 
 
Ella usaba a veces una cruz, 
y sin embargo se cruzaba a veces. 
He intentado aprender y significar 
el modo en que se besaban. 
Hermosos, de sexys se miraban. 
No les entraba tanto amor. 
 
Se reían de fruta y eran de mentol. 
Flotaban orgasmos bajo el sol
condición que no cambiaba el diluviar. 
Dibujaban el cielo con crayón, 
y sin embargo se rayaban a veces. 
No duraba mucho ese bajón. 
No les entraba tanto amor. 
 
Con una inyección de libertad 
detienen el pulso universal. 
El amor era aquello que no les faltaba. 
 
Encendieron apenas una luz, 
que sin embargo brillará en la eternidad. 
Para aquellos que bebemos soledad 
solo espero que nos puedan contagiar... 
Quizá...

Ñoña. (I)

La primera vez que gané algo en mi vida, también fué la primera vez que fuí re ñoña.
Tenía 16 años y a mi colegio llegó una invitación para alumnos de 2do año de Polimodal en aquél momento, destinada a que participemos de una especie de concurso que se iba a realizar el siguiente sábado en una de las plazas más populares de la ciudad, ubicada en la peatonal. El concurso era sobre preguntas y respuestas de cultura general. La rectora invitó al puñadito de pibes que teníamos un promedio "aceptable", entre esas quién escribe.
Me quedó picando la curiosidad cuando salí del despacho de la rectora. En mi vida había participado de uno de esos eventos. Es más, por esa época, apenas si salía de casa. Iba del colegio hasta mi hogar y del hogar al colegio. Los fines de semana me quedaba en casa, toda una ermitaña. Acepté ir porque no tenía nada mejor que hacer.
Llegó el sábado, me despedí de mi vieja, me tomé un bondi y llegué al centro. Estaba colmadísimo, aparte del concurso, aparentemente iba a haber algún recital de bandas locales. Me encontré con W., compañero del otro 2do, M.J., compañera de W., y un par de nombres más que no recuerdo en éste momento. Nos acercamos al escenario (sí, había un escenario enorme, cosa que me intimidó más) y luego de una hora y media de preparativos, se largó. Había como 4 colegios más de capital y 2 más del interior. La primera ronda era eliminatoria entre todos los alumnos de un mismo colegio. Quiénes pasaban de ronda, se ganaban una bicicleta. Terminamos W. y yo en la semifinal. Yo pasé de ronda.
Cuando bajé del escenario con mi bicicleta, no lo podía creer. Jamás había ganado nada. Era una bicicleta común, amarilla. Recuerdo que llamé a mamá para decirle que me había ganado una bicicleta, como si fuera que me había ganado el Premio Nobel de Literatura (ojalá). Mi vieja no entendía un comino, pero me dijo que me iba a pasar a buscar al centro.
Después tuve que volver porque faltaba la gran final entre los finalistas de cada colegio. Quedé afuera por una pregunta que todavía recuerdo bien: "¿Cuál es el noveno planeta del sistema solar?". Dije la respuesta correcta (Plutón en aquél momento), pero los jueces (había jueces) pensaron que me soplaron de abajo del escenario y la dieron como inválida. Pero no me importó, ya tenía mi bicicleta y no me importaba nada más.

Después, mi viejo la vendió para comprarme un reproductor de MP4 que se fundió luego de un mes de uso, por motivos que aún desconozco.