17 de mayo de 2014

Mal venida.

Pensaba el otro día lo copado que sería abrir la compu, con una buenza taza de capuccino al lado, sentarme en mi escritorio blanco rodeado de cosas que tengo que leer / hacer / completar/ y que jamás hago del todo, dejar de lado las obligaciones y simplemente escribir.

Me imaginaba a mi misma tipeando la entrada definitiva, el echo puntual que haría que todo este lugar que cree tenga (o vuelva) a tener sentido. Una entrada de 1000, 10000 o mas palabras, en las cuales comenzar con un hecho para seguir hablando sobre todo lo que aprendí en este tiempo lejos del blog.

Pero no. Eso es muy convencional.

Ademas está el echo de que, realmente, no tengo mucho para contar. Bah, en realidad quizas si, pero hacerlo de golpe no tiene chiste.

Así que, ¿por que no adentrarnos y avanzar en pequeñas cuotas? Así mantenemos la ilusión de que tengo muchas cosas par decir.

O quizás ¿si las tenga?

Como sea, acá va:



Hola.