Estaba con unos amigos. No recuerdo si era una joda, una reunión tranqui, una juntada tranquila a la tarde. La cuestión es que yo estaba con mis amigos y lo veo a C. Pongo una cara de póker inmensa e intento ignorarlo nada más. Estaba solo.
Pasan unos 20 minutos y se acerca a nuestro grupo a saludar. A mi me saluda con cara seria y yo no le doy (o intento no darle) más vueltas al asunto. Se pone a hablar y todos comenzamos una de esas charlas flasheras que solo podés tener con algunas personas especiales. Pasa una hora y todos nos distendemos. Me largo a cagar de risa de algo que dice Clem. Estoy así como 5 minutos y cuando le doy una miradita rápida, veo que él me estaba mirando con esa carita de perro extraviado que a mi tanto me gustaba.
Después de un largo impasse, me alejo a buscar una birra. Era de noche, estábamos en la playa y hacía frío. Yo me sirvo la bebida y noto que al toque, y sin hacer ruido, él se pone al lado mio. Intento no mostrar emoción y le pregunto que quiere.
Me mira nomás. Sin decir nada. Y sonrie y al fin dice:
C: ¿Cómo andás?
P: Remándola como se puede.
C: Ah.
Tenemos una de esas charlas por educación preguntándonos en qué andamos. Comienzo a tomar y a perderle el miedo.
Nos quedamos una hora hablando solos de pabadas, esquivandole el tema que yo moría por debatir. Hasta que se le escapa un:
C: Te extraño, loquita.
(Así me decía cariñosamente).
Yo me quedo sin palabras. Es la oración que esperé meses a que me diga. Y ahora que al fin pasa, nosé que hacer. Hasta que reacciono lo más pelotudamente posible: me largo a llorar. Y reclamarle que yo también lo extrañaba y que apesar de todo estaba ahí, llorando como imbécil por su culpa, pero que por algún motivo no lo puedo sacar de mi cabeza, a meses de lo ocurrido.
El me abraza.
Le pregunté porque se puso de novio con su novia y a mi me dejó en banda.
C: Yo estaba re confundido y no sabía que hacer y me pareció lo más ideal... pero no tenía idea de que te fuera a extrañar tanto después de todo. Yo siempre pienso en vos. Y en lo que pasamos, que fué corto pero... fué muy fuerte.
Yo lo miro y las lagrimas se debaten entre seguir o parar.
Él me mira y veo que las mejillas se vuelven a incendiar.
Y nos besamos, ahí, en la playa a la madrugada, una noche de abril.
Me abraza y me dice y me jura que la va a dejar. Porque ya no me quiere perder.
Y yo sigo llorando y nose porque.
Terminamos abrazados mirando el sol con sus garras, enfriando todo a su paso. Pensando con qué poco se puede ser feliz.
Me despierto.
Definitivamente tengo que olvidarme de él.
2 comentarios:
Lo loco es que en tu sueño te diste cuenta que era una noche de abril...
Son tristes estas cuestiones.
Sobre todo porque por los errores de 2 a veces pagan 3 :/
El inconciente es poderoso.
Igual poco a poco lo voy dejando de lado.
Como dice La Paragua: "Ellos no piensan ni hablan de nosotros, boluda. ¿Entonces porque nosotras deberiamos hacer lo mismo?".
Publicar un comentario