Tener un tiempo a solas, con vos, te saca muchas cosas provechosas. Tenés tiempo para conocerte (más), o desconocerte en absoluto.
A mi me pasa que desde hace un buen tiempo que (sinceramente) no tengo a nadie al rededor. Cero chongos, cero compañía masculina o femenina. Es como que sin querer dejé (o dejaron) todo de lado. Son cosas que pasan. Y es lo que toca. Pero me asombra la capacidad de imaginarme cosas con personas, imaginarme escenarios, posibles escenas con alguien más. Sé que la vida no está echa para que la vivamos solos. Quizás por eso anhelo algún tipo de compañía.
Una escena que recorre mi mente muy a menudo es yo cayéndole en la casa a, pongámosle, Sujeto X, con los ingredientes para hacer una tarta de manzana. Él me abre la puerta, yo me adelanto. Dejo las cosas sobre la mesa, nos ponemos a charlar, él me prometió pastas así que yo hacía el postre. Nos ponemos manos a la obra, cenamos, comemos postre, miramos una película y el resto ya se lo imaginan.
Imaginar no cuesta nada y no se puede decepcionar con una fantasía. El problema es cuando la fantasía se comienza a apoderar lentamente de la realidad. O quizás no, no sea un problema, ya que no hay absolutamente nada en juego.
La soledad nos tiende trampas.
1 comentario:
Para mi siempre es provechoso el tiempo a solas. Es bueno deshacerse de toda compañía humana y empezar a escucharnos, a sentirnos, a imaginarnos. Creo que la soledad, muchas veces, nos permite conocernos más y volver al ruedo con los objetivos más claros. No?
Beso!
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