7 de marzo de 2012

"Verano".

Es la historia de un libro, una novelita de amor, del que se imprimieron 3.000 ejemplares en los talleres gráficos Altar, hace algún tiempo. Era la típica novela del verano de un autor de poco prestigio, que pasó muy pronto al olvido. Un librero llamado Agustín lo puso en la vidriera de su librería, "El Gato Blanco", pero no lo vendió pronto.
Pasaron dos años enteros hasta que Lidia lo compró, por impulso, una tarde, para leer algo en las vacaciones. Pero justo en esas vacaciones Lidia conoció a Fernando, el que después sería su marido, y el libro quedó en la arena.
A la mañana siguiente Luis y Norma, una pareja de ancianos, lo encontró en la playa y lo salvó de la marea alta. El libro sirvió como regalo de cumpleaños del nieto mayor, Carlín, que no era muy afecto a la lectura. Carlín se fué a vivir con una viuda joven tres años después y se llevó sus pertenencias, entre ellas el libro. La viudita, llamada Eva, usó el libro de amor como proyectil de odio cuando Carlín la abandonó por una mujer más rica.
Cuando la viuda vendió la casa de apuro, el libro quedó en los estantes de los nuevos dueños, una pareja jóven, Gustavo y Ana. Gustavo ordenó la biblioteca de la viuda por colores. El libro quedó atrapado entre un filósofo y un poeta mayor. Fueron felices en aquella casa, donde nacieron Clara y Miguel. A Clara le gustaba la tapa del libro, no se sabe muy bien porqué. Cuando Clara tuvo 18, se fué a vivir sola. Entre las cosas que se llevó estaba el libro. Le recordaba a su infancia. Eran épocas complicadas para los libros y para los jóvenes, pero por suerte, el libro y su dueña sobrevivieron. Una noche, Clara recibió un llamado y tuvo que irse del país en puntas de pie. El libro quedó en el departamento vacio.
El libro quedó allí muchas semanas, hasta que el dueño sacó todas las cosas para alquilarlo. Héctor, el hijo menor del dueño del departamento, le dió al libro usos domésticos durante tres años enteros. Un día, se lo regaló a su amiga Andrea, para intentar seducirla. Ella se lo agradeció, pero nunca tuvieron nada.
Andrea tuvo una visa solitaria y nunca se casó. Ya grande, le regaló todos sus libros a su sobrino. Él se llamaba Andrés y era un gran lector. Pero le gustaba la filosofía y no las novelas. Años mas tarde, Andrés se vió apurado de dinero y decidió vender, por kilo, todos sus libros de ficción.
Se los compró un librero llamado Agustín, que había heredado la librería de su abuelo, del mismo nombre. "El Gato Blanco" había sido una librería de cosas nuevas, pero con el tiempo se convirtió en un local de usados. Agustín ordenó la compra por autor, por título y por género y sin saber poqué, puso el libro en la vidriera.

Hernán Casciari.
Revista Viva.
26/02/2012.

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